En efecto, datos aportados por Introvigne permiten deducir que cada 5 minutos un cristiano muere asesinado por su fe. Y lo peor de todo es que el dato deja fríos a los ateos, y peor aún, a los propios cristianos. Introvigne reconoce que cuando lo dijo, hace apenas una semana, en Budapest, la audiencia se rió. Pero lo puede probar punto por punto. Y es que no queremos reconocer dos cosas: que el amor de Cristo sigue siendo un escándalo y que hay hermanos nuestros que lo están pasando muy mal.
Nigeria (con el feroz grupo Boko Haram), Irán, Pakistán, Indonesia… La lista es larguísima. Hay sitios donde una iglesia es un atentado contra el Estado; donde proclamarse cristiano es castigado con la decapitación; donde traer un rosario en el bolsillo es –como en los buenos tiempos de la persecución religiosa de Calles en México—condena al patíbulo, sin juicio, sin derecho a nada, sin compasión.
Introvigne, citando a la autoridad en la materia, David R. Barret, apunta que en dos milenios han sido asesinados 70 millones de cristianos, de los cuales 45 millones lo fueron en el siglo XX. La cifra ha «bajado»: de 160 mil anuales, a fines del siglo pasado y principios de éste, a 106 mil en 2010, gracias a los acuerdos de paz en el Sudán del Sur en 2005. Para 2011 se espera que se haya rebasado la cifra de 100 mil. Según Introvigne, mueren por día entre 267 y 288 cristianos por su fe, doce por hora, uno cada cinco minutos. En lo que usted tardó en leer este artículo ya hubo dos nuevos mártires. ¿Quién va a parar esto?