Este 2012, dicen los enterados, será un año muy complicado en lo económico y en lo político. Las elecciones del mes de julio pondrán a prueba a la sociedad mexicana, quien debe elegir entre la vuelta al pasado, el continuismo o el viraje hacia la izquierda. Nada nos protege más que la fe en Dios. Si confiamos en que será un buen año por virtud de los que «queden» en el poder, estamos perdidos.
La condición para que un año sea bueno no está en las circunstancias externas. Influyen, sí, pero no tanto como para robarnos nuestra libertad. Somos mucho más que las circunstancias. Creer significa crecer. Y crecer es actuar por el bien de los otros. Este año que apenas comienza tiene que ser el año del crecimiento, porque precede al Año de la Fe, que se abrirá en el mes de octubre.
En marzo Benedicto XVI estará, Dios mediante, en nuestra tierra, en el centro de México, a los pies de Cristo Rey, en el emblemático cerro del Cubilete. Hablará, como siempre lo hace, directo al corazón de los mexicanos. Nos recordará nuestra enorme responsabilidad al ser nosotros los depositarios del mensaje mariano en el acontecimiento de Guadalupe. Nos sacudirá la modorra, nos quitará la máscara fatal de la indiferencia. El Papa no se anda con rodeos. México, ¿siempre fiel? ¿Cómo puede serlo si sus hijos se están matando; si ya van cerca de 70 mil abortos «legales» en la capital, si la paz no llega por ningún lado? ¿A eso le llaman fidelidad al Señor? Habrá que escuchar muy atentos lo que el Papa nos viene a decir. Habrá que tomar en serio su visita. No es de «cortesía». El Santo Padre es consciente –se los dijo a los obispos en la visita ad limina de 2005, la única que han hecho los obispos mexicanos al Papa durante su pontificado— de que México tiene un papel preponderante que cumplir en la fe y que no lo está cumpliendo. Las balas de la discordia están cubriendo de agujeros mortales el manto tendido de Guadalupe.
«Donde hay fe hay futuro», suele decir Benedicto XVI. El año será nuestro y será bueno si tenemos fe. Si creemos en que la fe hace crecer. Si encontramos el crecimiento en el darnos a los demás.