Para combatir esta era

Bajo la premisa de que es posible “comprar” lo mejor de este mundo, ha surgido lo que un periódico español acaba de publicar como el “boyante negocio de la felicidad”.  Por dondequiera que volteemos, vamos a encontrar recetas, caminos, fábulas y cuentos que nos indican cómo olvidarnos de los demás y vivir para-nosotros-mismos.  Ése es el secreto de todo el tinglado: el hedónico yo-mí-me-conmigo.

Acabo de leer Para combatir esta era de Rob Riemen.  Un alegato laico en defensa del viejo humanismo y en contra del fascismo que se nos cuela en todos los puntos del planeta.  Tiene una gran cualidad: así como en su otro libro, Nobleza de espíritu, revela la tarea de la educación –agarrarnos a los valores–, en éste nos habla del “cuidado del alma” frente a “la banalidad de la tecnología, el renacimiento del nacionalismo, la vulgaridad del comercio y la estupidez minuciosa de los medios de comunicación y de las universidades”.

“Cuidado del alma”…  La idea es bella.  Pero, ¿se puede cuidar el alma sin la presencia de la gracia?  Riemen, como buen liberal, cree que solamente es necesaria la voluntad y el servicio de la cultura.  Pero nosotros, los creyentes, sabemos que el camino, la verdad y la vida no están en “algo”, sino en Alguien: en Cristo.  Nuestra tarea es, pues, iluminar con Cristo el alma humana.

¿Por dónde caminar, qué hacer, cómo luchar?  Los santos son maravillosos ejemplos para salir de la maraña que nos atenaza.  Su vida de restricciones muestra que la felicidad ni se compra ni se alquila.  Que es posible si se sabe renunciar a la oferta (cada día más agresiva)  en la que el comercio nos propone “ser felices” mirándonos al ombligo.  Solo se es feliz entregándose al otro.

Publicado en El Observador de la actualidad