Misericordia: un regalo para regalar

Tal vez digamos: “África está muy lejos”.  Luego, procuremos consolarnos con este razonamiento: “Mejor ayudo aquí”.  Finalmente, ni allá ni aquí.  Este Domingo de la Misericordia.  El Observador posibilita una oportunidad de aliviar la emergencia material y espiritual de un continente que grita ¡ayuda! en diversos idiomas.

La Misericordia de Dios es un regalo que todos recibimos gratis.  Y los cristianos –para hacer creíble nuestra fe—debemos devolverlo de forma objetiva: que se vea, que se sienta.  Más aún, que se vea y se sienta en aquellos que ni nos conocen ni nos podrían conocer jamás. 

Hay dos vías para demostrar cuánto nos importa una causa: el trabajo o la substancia que le damos. Lo demás son pretextos: no tengo tiempo, estoy ocupadísimo/a, apenas si salgo con lo que gano, tengo mucho que pedir por los míos, mejor otro día…  Un corazón dubitativo es un pobre corazón.

En cristiano, trabajo significa conocimiento de la causa y oración.  Substancia: ayuda material.  Lo demás es “romantizar” pobreza y sufrimiento.  Hay pocas cosas que enfurecen a Jesús (y al Papa Francisco): una de ellas es la tibieza frente al descartado.  O se es o no se es su hermano.  Cada quien elije.

Proponemos dos causas para África: una general, la de Ayuda a la Iglesia que Sufre, y la otra muy dirigida, muy particular: la del padre Christopher Hartley en la Misión de Gode (Etiopía).  Son propuestas de misericordia para responder a la Misericordia de Dios con nosotros.

Para ayudar a través de AIS: acn-mexico.org

Para ayudar a la misión del Padre Hartley: missionmercy.org