Figura mediática

Alguien que sobrevive a más de 600 atentados en casi 60 años, un promedio de 10 por cada 365 días, no puede ser otra cosa que un astuto zorro de la política. Alguien que guardó por 10 años su estado de salud como secreto de Estado, es un camaleón inmenso. Y un comunista convencido que tras quitarse el uniforme verde olivo ejerció el poder real o moral envuelto en pants de la marca Adidas, santo y seña del capitalismo rampante, no es otra cosa que un actor consumado.

Estas y otras muchas facetas —dictador, orador, represor, educador, exportador de guerrillas, desestabilizador del orden mundial, anfitrión de tres papas y burlador de inocentes como Fox— componían una de las figuras mediáticas más curiosas e importantes de la segunda mitad del siglo XX y la primera quincena de años del siglo XXI: Fidel Castro Ruz.

A sus 90 años de edad, con un deterioro brutal del cáncer que, seguramente, padecía, todavía fue capaz de ir al congreso del partido comunista para dictar cátedra sobre el futuro de la revolución cubana y de la revolución comunista en un continente, el nuestro, que con la caída libre de Maduro en Venezuela, tras la muerte de Chávez, y con las veleidades cocaleras de Evo Morales, va quedando en los anales de la historia. Ésa que, en algún momento, recordando quizá sus raíces de formación jesuítica, Fidel dijo que lo iba a absolver.

Desde luego, el paso final de Fidel en los medios de comunicación de todo el mundo ha ocupado primerísimas planas. Y el análisis de lo que deja, como herencia, a Cuba. Su hermano Raúl dependía enormemente del consejo, la guía y la capacidad de burla que le daba como consejero y comandante de la revolución. El futuro de Cuba podría estar en la doble herencia de los 47 años que estuvo Fidel al frente del gobierno: la fuerza interna de La Habana o la externa, la del exilio, de Miami. Con Trump en la presidencia de Estados Unidos, muchos creen que la segunda se impondrá a la primera.

Apenas se enfríen sus cenizas, comenzará el jaloneo por Cuba. El capitalismo salvaje pugnará por quedarse —de nuevo— con la joya de la corona del Caribe; lo que queda del comunismo en Rusia o en China (más bien, el poderío de los bloques comerciales, que ya no ideológicos) no resistirá la tentación de seguir teniendo una mano en América. Los cubanos del exilio querrán volver a “Cubita la bella” y los que se quedaron reclamarán derechos históricos y conquistas sociales…

No será Fidel ya quien alumbre u oscurezca esta transición. “A rey muerto rey puesto” reza el dicho. Y en Cuba el rey murió. Su hermano podrá resistir un tiempo (apenas es 5 años menor), pero el hilo que lo sostenía se ha roto. Vivirá de recuerdos. Sin embargo, los recuerdos duran poco. He ahí la tesitura por la que camina Cuba, después de Fidel.

Publicado en Siempre!