Mil gracias, Francisco

papafranciscoabrazaninodownQueridísimo Papa.  Mil gracias por haber venido a México a remover –sí, a remover—conciencias: muchas de ellas dormidas, adormiladas, atarantadas, perversas o, de plano embrutecidas.  La mía, en primerísimo lugar.

Mil gracias por tu esfuerzo.  A los 79 años, solamente la fe y tu amarre a la mano de quien nos primerea en el amor (y en todo) podría haberte dado las pilas de las que gozas.  Tu cansancio y tu disponibilidad me sonrojan.

Millón de gracias por el camino que abres.  Es el camino de los gigantes: darlo todo (todo es todo) por los niños, por los ancianos, por los indígenas, por los presos, por los descartados, por aquellos a quienes he hecho sentir indignos.

Agradezco, infinitamente, que nos exigieras hablar cara a cara, recuperar el sentido del diálogo: dar lugar.  Y cuando toca enojarse, pues a pedirle al otro (como tú al que te jaló en Morelia) que no sea egoísta.  Luego, rezar por él.

Papa Francisco (Padre Jorge, como te decían en Buenos Aires): qué limitado soy para recuperar tu alegría.  Tengo una fe pesada, regañona, confortable.  Tú, como Jesús, la detestas.  Qué gracia que me lo hayas recordado.


Publicado en la edición impresa de elobservadorenlinea.com