La revolución que necesitamos

Junipero_SerraReleo, con asombro, la entrevista que le hizo Carlos Castillo Peraza a Octavio Paz en 1988 (publicada en Proyección Mundial). Ya en otras columnas me he referido a ella. Hoy subrayo una frase de Paz: La gran revolución que se ha hecho en México, la más profunda y radical, fue la de los misioneros españoles.

¿Qué hicieron Sahagún, Zumárraga, Vasco de Quiroga, fray Toribio de Benavente, fray Pedro de Gante y tantos otros misioneros en el siglo XVI, luego seguidos por personajes egregios como el padre Kino o el próximo santo fray Junípero Serra? Enseñar a los naturales que Dios es amor igualitario, en acción. Pudieron cambiar a los mexicanos sus creencias con el viejo y gratuito método del testimonio.

El Papa Francisco, en Laudato si nos recuerda, con San Basilio Magno, que el Creador es “la bondad sin envidia”. Al proclamarlo me autoproclamo. Comunico la buena nueva de que es posible la solidaridad no para hacerte objeto de mi satisfacción (o mi orgullo), sino para liberarnos mutuamente, salir de la miseria espiritual, construir una civilización en el encuentro.

Y al autoproclamarme actuando, me comprometo bondadosamente, sin envidia, por el bien del otro. ¿Hay alguna revolución más revolucionaria que ésta? Octavio Paz la vio clarísima. Y dejó, en su entrevista con Castillo Peraza, en El laberinto de la soledad y en muchos otros escritos suyos, que si México quiere salir adelante, tiene que reconciliarse con su pasado indígena y con su pasado cristiano.

Es un diálogo que los políticos han convertido en vocerío. Pero es el encuentro que sería necesario convertir en política pública. Tú y yo lo tendremos que empujar. Y la gente del poder (obligatoriamente) tendrá que acatarlo. Es un diálogo en el que nosotros, los creyentes, llevamos mano.

Publicado en El Observador de la Actualidad