Internet, ¿cambia?

internet-boomEs curioso: mientras en todo el mundo civilizado se discute cómo empoderar a la sociedad, en México se determina cómo empoderar más al poder. El acceso a Internet es un botón de muestra. Mientras en Italia, por ejemplo, los negocios se disputan a los clientes ofreciéndoles ellos el servicio de wi-fi gratis, en México es el gobierno el que quiere llevarse en las alforjas al ciudadano, tratando de elevar a rango constitucional el acceso libre. El asunto no es, desde la perspectiva del poder, si Internet sirve al ciudadano. El asunto es colgarse una medalla y hacer cada día más dependiente al ciudadano del poder.

Dan por un hecho que Internet mejora la vida de la gente, la enseñanza y la capacidad de comunicación.Sin embargo, cuando uno consulta los motivos principales por los que la gente se mete a la red, se topa con que muy poco tienen que ver con enseñar o aprender, sino con el juego, la diversión, el matar el tiempo y, desde luego, el uso indiscriminado de la pornografía. Quiero decir con esto que Internet es una conquista tecnológica muy interesante, pero que si el acceso libre se da como un regalo del poder, los posibles usos sociales de la web se van a hacer mínimos. Piénsese en lo que pasó con algo tan alejado de la Internet como lo fue el ejido.

La idea no era mala. Se venía de una Revolución. Se tenía que ponerle fin a la pobreza rural. Los campesinos reclamaban tierra. Se les dio tierra (el país se repartió como seis veces su tamaño real). A muchos se les dieron instrumentos de trabajo. Pero ni se les dio la educación para usarlos ni el sentido de su uso. Se pensó que con poner un tractor en una hectárea de terreno el campo iba a hacer brotar —como por ensalmo— el maíz que los mexicanos íbamos a consumir. Tendríamos todo para ser soberanos en alimentos. Hoy somos dependientes de los alimentos que cultivan otros pueblos. Incluyendo al maíz. Y eso que la petición de tierra era no solamente válida, era indispensable. ¿Han visto ustedes una marcha por el centro de la ciudad exigiendo acceso a Internet?

Sí, la conexión en México es carísima. Y mala. Pero también lo es la educación. Estamos a la cola entre los países de la OCDE en lo que respecta al número de computadoras personales (que son las que se pueden beneficiar del wi-fi) y en el tema de la calidad educativa. Mejorar el acceso a la “telaraña digital” sin intentar siquiera cambiar el esquema educativo de los mexicanos es como internar a un pulpo en un garaje. Pero ahí no está el fondo del tema. El fondo, si se me apura, está en querer hacernos creer que el acceso libre a Internet va a crear una nueva sociedad mexicana; que el poder piensa en la gente y que —por eso— le entrega una herramienta declarada como derecho constitucional para que el pobre salga adelante, se cultive y sea un “ciudadano del mundo”. Es una bola ensalivada.

El que critique la medida —como lo está haciendo un servidor— es un retrógrado que quiere volver a las cavernas o un riquillo despistado al que no le agrada que “los de abajo” progresen… Todos hemos de aplaudir tan galante medida. Pero como dice el crítico francés Dominique Walton, los dictadores han usado la radio, el cine, la televisión y en general todos los medios de comunicación para imponer su modelo de “orden”: ¿quién garantiza que no lo harán con Internet mañana? Y peor aún cuando fueron ellos los que gestionaron que hubiera Internet en cada esquina. Difícil, no imposible.

Publicado en Revista Siempre!