Benedicto XVI en México y en Cuba: “…deseo reiterar con energía y caridad…”

El 12 de diciembre de 2011, el Papa Benedicto XVI –durante la Misa por América Latina—dio a conocer su intención de emprender un viaje apostólico a México y Cuba, “para proclamar allí la Palabra de Cristo y se afiance la convicción de que este es un tiempo precioso para evangelizar con una fe recia, una esperanza viva y una caridad ardiente”.

Una vez concluido el viaje, habría que agregar a esas intenciones, la instrucción que dejó el Papa a México y a Cuba: para llegar a una auténtica libertad religiosa que permita transitar hacia el sendero de la paz.

Visión reductiva de la persona

Una vez más, el Papa de las sorpresas profundas se hizo presente en medio de las “horas aciagas que vive México” (como lo recibió el Presidente Calderón) y de los afanes de saber qué hace un Papa del octogenario Fidel Castro Ruz.

Como antecedente de este cometido papal en islas y tierras en las que hace cinco siglos se posó la nueva evangelización liderada por las órdenes mendicantes, estaba el Mensaje de Benedicto XVI para la XLIV Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero de 2011: La libertad religiosa, camino para la paz,  Ahí, el Pontífice señalaba que “negar o limitar de manera arbitraria” la libertad religiosa, significa cultivar una visión reductiva de la persona humana” y “hacer imposible la afirmación de una paz auténtica y estable para toda la familia humana.”

México cumple apenas 20 años de haber establecido relaciones diplomáticas con la Santa Sede.  En 1992, el gobierno decidió “abrir el ostión” y “reconocer” algún carácter jurídico (de segunda) a las iglesias y darle posibilidad a sus ministros de votar sin ser votados; de ejercer su ministerio sin meterse en la política y de tener credencial de elector pero no poder dejar nada en testamento a nadie…  En cuanto a “las iglesias”, tendrían que seguir celebrando en privado (en público no sin permiso de Gobernación) y no podrían aspirar a ninguna concesión de medios de comunicación electrónicos.  Una libertad religiosa que apenas una semana después de irse el Papa, reformó, tímidamente, el Senado mexicano, pero que sigue siendo “de compromiso”.

En Cuba, desde principio de la década de los sesenta del siglo pasado, había venido ocurriendo el adoctrinamiento marxista como sucedáneo del cristianismo, con los presos de conciencia, con la Iglesia subterránea, el trabajo heroico de los obispos, de los sacerdotes y de los fieles que, en contra de todo y contra todo el régimen, han conservado la llama de la fe, avivada por Juan Pablo II, en enero de 1998, cuando pidió al mundo que se abriera a Cuba y a Cuba que se abriera al mundo.

Cien años de soledades

El Papa Benedicto XVI dejó dos joyas a pulir en el terreno de la libertad religiosa integral, que incluya en su contenido las raíces cristianas de ambos pueblos:

  • …deseo reiterar con energía y claridad un llamado al pueblo mexicano a ser fiel a sí mismo y a no dejarse amedrentar por las fuerzas del mal, a ser valiente y trabajar para que la savia de sus propias raíces cristianas haga florecer su presente y su futuro. (Ceremonia de Despedida. Aeropuerto Internacional de Guanajuato, lunes 26 de marzo de 2012)
  • Cuba y el mundo necesitan cambios, pero éstos se darán sólo si cada uno está en condiciones de preguntarse por la verdad y se decide a tomar el camino del amor, sembrando reconciliación y fraternidad. (Homilía durante la Santa Misa en la Plaza de la Revolución José Martí.  La Habana, Cuba, miércoles 28 de marzo de 2012

O México y Cuba permiten al cristianismo fecundar su vida, a la Iglesia expresarse y a la gente gozar de libertad religiosa genuina, o estos pueblos estarán condenados a cien años de soledades, es decir, de violencias sin fin.