Exilio y muerte

Con el asesinato del columnista veracruzano Miguel Ángel López Velasco, especializado en temas de seguridad, así como de toda su familia, en el interior de su casa, todas las luces de alarma se han puesto, de nuevo, a funcionar. El mes pasado se habían dado ya avisos: una granada en contra de “La Vanguardia” de Saltillo; explosivos en contra de “El Sur” en Acapulco… La cacería de periodistas por parte del crimen organizado en México, parece no tener fin.

La violencia contra periodistas, sobre todo en los lugares “calientes”, donde se mezcla el narcotráfico y la corrupción gubernamental, va en aumento este año 2011. Ya el informe del relator especial de la onu para la Promoción y Protección del Derecho a la Libertad de Opinión y de Expresión, Frank La Rue y la misión oficial conjunta con la relatora especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (cidh), Catalina Boter, había señalado que México se ha convertido en el país más peligroso para ejercer el periodismo en el continente americano, pues del año 2000 al 2010, 66 periodistas han sido asesinados y 12 desaparecidos. A ellos hay que sumarle, por desgracia, el número creciente este año brutal que vive el país.

Caso aparte, por la saña y el asesinato indiscriminado, es el del periodista Miguel Ángel López Velasco, conocido como “Milo Vela”. También fue ultimada por los sicarios su esposa. Y al más puro estilo de la mafia, el hijo de ambos, para no dejar evidencias del crimen. “Milo Vela” era columnista y reportero del periódico Notiver, uno de mayor circulación de la zona del puerto de Veracruz, rotativo especializado en temas de seguridad y narcotráfico. El comando de sicarios penetró a las seis de la mañana al domicilio de la familia López Velasco, mató a los tres ocupantes del mismo, salió, y se fue con toda tranquilidad.

Evidentemente, se trató de un mensaje. Un mensaje macabro. Todo el que se meta en la panza del narco terminará o siendo parte de él o en el otro mundo. Plata o plomo, no hay tercera vía para cubrir la fuente del crimen en Veracruz o en otras partes de la República. La Fiscalía que protege a los periodistas se ha visto rebasada, como están rebasadas las fuerzas del orden en muchas ciudades del norte, centro, sureste, suroeste de México. Quedan algunas islas en este mapa del terror. Pero, si la libertad de expresión, el periodismo responsable y libre, es acallada a balazos, el crimen es contra la nación misma. Y para eso no basta una Fiscalía. Hay necesidad de proteger entre todos, empezando por los gobiernos locales, a los periodistas. Antes de que emprendan el camino del exilio, como lo han hecho muchos mexicanos ya (cuarenta mil en los últimos cuatro años).

Publicado en Revista Siempre!