El mundo es de YouTube

Las estadísticas provocan mareo. Y provocan la pregunta obligada: ¿qué tipo de mundo se está construyendo ahí? Y otra más: ¿las nuevas generaciones tendrán algún nexo con la nuestra? Nadie, en sus cabales, sabría responder claramente. Nadie se imagina con alguna precisión lo que viene.

Por lo pronto, este pasado mes de mayo YouTube, la famosísima reproductora de videos de aficionados, alcanzó la cifra récord al superar por primera vez los cien videos vistos por cada visitante de la página en un mes.
Con este guarismo, YouTube, según la consultora especializada comScore, el número de videos vistos en la red, tan sólo en Estados Unidos superó los 33 millones 900 mil videos observados en un mes. De esta cifra, 43.1 por ciento corresponden a unidades observadas desde este portal, con una media de 101,2 videos durante mayo.

Asimismo, señaló comScore, es la primera vez en la historia de YouTube que la cuota de cien videos por visitante al mes queda superada, por lo que consideró estas acciones como “todo un hito para el portal”. En ese sentido, ¡la página web propiedad de Google, alcanzó 144,6 millones de usuarios únicos, distanciándose de Yahoo! —46 millones y 7,3 videos por usuario— y Vevo—45,6 millones y 9,4 videos por usuario.

Con lo cual, se confirma el ocaso acelerado de la televisión como medio radicalmente predilecto para ver programas o videos. Ya Internet la había superado como mecanismo de información desde el año pasado. Ahora la supera como mecanismo provisor de imágenes que cuentan una secuencia, o que enmarcan un suceso. Y la novedad es que no hay ninguna cadena detrás de ello: son aficionados los que producen y montan el video en la red. Son ellos mismos los protagonistas.

Desde luego, esto tiene muchas aristas y muchas líneas de reflexión. Adelanto una sola: si lo privado se vuelve público, ¿ganamos o perdemos como sociedad? No tengo la respuesta. Creo que perdemos. Pues, como dice Chesterton, cuando lo privado se vuelve público en el peor sentido de la palabra, las cosas se vuelven impersonales y deshumanizadas. Cierto. Pero también es que pueden desmitificar el poder mismo de los poseedores de las imágenes. Que suelen ser los poseedores de los mecanismos del poder.

Esto apenas si ha comenzado.

Publicado en Revista Siempre!