Renovación moral

En la presentación de las cartas credenciales del nuevo embajador de México ante la Santa Sede, Federico Ling Altamirano, el Papa Benedicto XVI fue más que claro al respecto del «caso México»: o hay una renovación moral en la sociedad mexicana, o la lucha contra el narcotráfico, el secuestro y el crimen se va a perder sin remedio.

Cuando fue candidato —y luego en la presidencia de la república—, Miguel de la Madrid Hurtado hizo de «la renovación moral» su eslogan publicitario.  Llamó la atención, pues México venía del desbarajuste, la frivolidad y el dispendio del sexenio de José López Portillo y Pacheco. Pero fue solamente una «llamarada de petate»; un recurso para embaucar al electorado y darle más de lo mismo. 

Los obispos de Morelia acaban de sacar una carta en la que, además de pedir a toda la región pastoral la celebración de un triduo por la paz jueves, viernes y sábado de la semana que concluye, se adhieren al Papa y piden, exigen, claman, con monseñor Alberto Suárez Inda al frente de la declaración, que se propicie una renovación moral en Michoacán y en México.  La oración —dicen los siete obispos de la región eclesiástica— es fundamental, pero también lo es la participación de todos para que haya paz, empleo, justicia, certidumbre y buena voluntad entre los mexicanos.

Hemos caído en una hondonada de terror que nada puede vencer (ni el ejército en las calles ni la policía patrullando todas las veredas) sino el corazón mismo.  La renovación moral a la que hizo alusión el Papa es la verdadera revolución que espera México para celebrar el 2010: no la de las balas, sino la del amor por el otro, la del perdón, la de la compasión, la de la solidaridad con el número creciente de pobres que en los últimos tres años han pasado de ser 14 a 19 millones de mexicanos.

Para guiar la renovación moral de la sociedad mexicana apenas si cuenta el gobierno.  Somos nosotros los que tenemos que ir a la vanguardia.  Y cuando digo nosotros, digo los católicos y los hombres y mujeres de buena voluntad —que los hay muchos— en México.  Nuestro liderazgo tiene tres elementos: empieza hoy; empieza con el prójimo más próximo; empieza imitando a Jesús.