Las oraciones privadas de Juan Pablo II

Hace cuatro años que el siervo de Dios Juan Pablo II entregó su espíritu al Padre y no se alcanza a vislumbrar en el horizonte la dimensión total de su persona, de su sacerdocio, de su pontificado. Toca el turno a sus «oraciones privadas», una verdadera invitación a orar de la mano del Papa Magno del siglo XX y de los primeros cinco años del siglo XXI.

Un deber y una necesidad

La oración, desde la perspectiva de Juan Pablo II, es deber, necesidad, consuelo, esperanza y belleza.  El Papa pensaba que la Iglesia existe para la oración y que la oración es, ni más ni menos, que el aliento de la vida cristiana.  «Los que han sentido la alegría de orar —dijo el 24 de noviembre de 1984— saben que hay algo inefable en la experiencia y que la única manera de entender su profunda riqueza es viviéndola: uno aprende lo que es la oración, orando».

En otra catequesis, el 9 de septiembre de 1992, el Papa decía: «La oración pertenece sobre todo a la religión cristiana en la cual ocupa un lugar central.  Jesús nos exhorta a orar siempre y no perder el corazón.  El cristiano sabe que la oración es tan necesaria como la respiración y, conociendo la dulzura de la conversación íntima con Dios, no duda en sumergirse en ella con confiado abandono».

Y a fe que Juan Pablo II se sumergía plenamente en la oración; era su refugio, su compañía perpetua, su raíz que, desde el Antiguo Testamento, le confería una identidad y una esperanza fundada en que Dios jamás abandonará a su pueblo, que los poderes del mal no prevalecerán sobre la Iglesia que Cristo fundó y que el sucesor de Pedro tiene que custodiar como lo que es: un tesoro.

¿Por qué orar?

Juan Pablo II, recién comenzado su pontificado, en la catequesis del 14 de marzo de 1979, responde a esta pregunta que muchos de nosotros podríamos haberle hecho.  Debemos orar, dijo, en primer lugar porque somos creyentes; en segundo, porque somos cristianos (y debemos orar como cristianos) y, en tercer lugar, porque somos frágiles y estamos llenos de culpa.

Con este bagaje, el libro nos presenta varias decenas de oraciones pronunciadas por Juan Pablo II en los casi 28 años de su pontificado.  Él mismo señala el motivo:

+ La oración nos da fuerza para las grandes ideas y para mantener nuestra fe, caridad, pureza y generosidad

+ La oración nos da fuerza para surgir de la indiferencia y el pecado

+ La oración nos da luz para ver los acontecimientos de nuestra vida desde el Plan de Dios y desde la Historia de la Salvación

«¡Por eso —recalcaba— no dejen de orar!  ¡No permitan que pase un solo día sin orar!  La oración es un deber y una gran alegría porque es un diálogo con Dios a través de Jesucristo».

Él mismo acuñó la oración que repetía sin cesar durante todo su pontificado.    

Soy completamente tuyo
Y todo lo que tengo es tuyo
Se mi guía en todas las cosas

Las oraciones privadas de Juan Pablo II.  Una invitación a orar.  Atria Books, Nueva York, 2002.